¿La sal es realmente necesaria?
¿Es necesario el consumo de sal?. Hoy parece existir una animadversión hacia la sal, a la que se ha responsabilizado por un sin número de enfermedades, o que al menos contribuye a agravar otras tantas. Pero, ¿Qué hay de cierto en todo esto?
Antiguamente, la sal valía, literalmente, su peso en oro. Muchas civilizaciones, giraban en torno a ella. Lo cierto es que sin sal podríamos sufrir problemas importantes de salud.
Los músculos dejarían de funcionar, el corazón dejaría de latir, pero pese a ello hoy la sal no goza de buena reputación. Todo depende en el fondo de que es lo que definamos como “sal”.
Existen básicamente tres tipos de sal:
- La sal de mesa
- La sal marina
- La sal de roca.
Dentro de estos tipos, existen distintas variedades en cuanto a su fuente y composición química.
La clave es pensar en la sal, como pensamos en el azúcar. El azúcar refinado no contiene ninguno de los oligoelementos esenciales que hacen del azúcar un compuesto que no aporta mucho al organismo.
Lo mismo sucede con la sal. La sal contiene muchos elementos importantes que incluso se asemejan a los que encontramos en la sangre humana.
Estos incluyen magnesio y potasio, necesarios para la salud y que ayudan a nuestro cuerpo a metabolizar el sodio.
Tan importantes son estos compuestos, que el magnesio y el potasio trabajan en conjunto con el sodio para regular el equilibrio hídrico y los impulsos nerviosos musculares.
Mientras más consumimos sodio, mayor cantidad de magnesio y potasio necesitamos.
El problema se origina, en que la mayor parte de la gente consume demasiado sodio -presente en la sal de mesa- pero, el magnesio y el potasio están más bien ausentes en la dieta cotidiana.
En efecto, la sal de mesa, la que todo el mundo conoce, elimina todos los compuestos los oligoelementos esenciales dejando cloruro de sodio puro, con un antiaglomerante, y en muchos casos con un añadido de Yodo. Es esto lo que convierte la sal de mesa en prácticamente un veneno.
Hace un tiempo, se comenzó a añadir Yodo en la sal, a fin de eliminar enfermedades en la población asociada a deficiencias de Yodo, y trastornos relacionados, como Bocio, Cretinismo, trastornos neurológicos, entre otros problemas de salud.
Sin embargo, el añadido de Yodo es más eficaz en poblaciones que sufren situaciones de hambruna.
En las sociedades modernas que consumen sal, la gente tiene en su dieta habitual buenas cantidades de Yodo, incluyendo aditivos que también lo contienen.
Esto representa un exceso de Yodo para el común de las personas. Incluso podemos encontrar cantidades importantes en remedios para la tos, aspirinas, productos para diabéticos, y fármacos para el corazón. Suplementos naturales como algas marinas, también contienen alta cantidades de Yodo.
Estas altas concentraciones de Yodo en la dieta habitual de la población traen asociados diversos problemas de salud, sobre todo si tenemos en cuenta que el 75% del Yodo se almacena en las glándulas tiroideas que regulan el metabolismo.
Es por eso que es importante ser más selectivos en cuanto a nuestro consumo habitual de sal.
La sal natural no es sodio puro, por lo que sus efectos en el cuerpo no son nocivos como en el caso de la sal de mesa. Otro aspecto a considerar es que la sal de mar no tiene un color blanco inmaculado, sino que tiene un ligero tinte rosado, o también amarillo.
Una cosa es cierta. La sal debe ser consumida con moderación, y más aún si es sal refinada.
En lo posible es recomendable cocinar sin sal. Muchos alimentos procesados son también una importante fuente oculta de sal en exceso; como carnes, quesos, pescados ahumados, embutidos, etc. Por lo que no es necesario agregar más sal.
Teniendo en cuenta toda esta información se nos presenta una excelente oportunidad de disminuir su consumo.
Una forma fácil de hacerlo es ir reduciendo gradualmente el uso de sal para acostumbrar a nuestro paladar al sabor natural de los alimentos.
Sobre todo es importante educar el gusto de los niños por el sabor original de los alimentos.